Dirección
Tinganio s/n, Tercero, 60290 Tingambato, Michoacán, México.
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19.494377217353, -101.85871124268
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Son pocas las referencias que existían de este recinto: sólo se ha encontrado una mención del hallazgo de una tumba en un periódico michoacano de 1842. Fue entre 1978 y 1979 cuando los arqueólogos Román Piña Chan y Kuniaki Ohi realizaron la mayor parte de las excavaciones y recuperaciones arqueológicas que hoy se pueden visitar. A la fecha ha sido explorada una parte mínima de la localidad, que corresponde al área religiosa y habitacional de la población.
Las investigaciones realizadas en Tingambato han permitido descubrir un tiempo poco conocido de la historia michoacana. Se trata de un lapso de grandes cambios en toda Mesoamérica tras la caída de Teotihuacán, anterior a las grandes poblaciones fundadas por los tarascos o purépechas, ya hacia el final del periodo prehispánico.
En la historia de la zona podemos definir claramente dos etapas; en la primera, que arranca en el 450, se inicia el poblamiento de este centro ceremonial. El asentamiento fue habitado por grupos que poseían una economía productora de alimentos, basada fundamentalmente en la agricultura y complementada con la caza y la pesca. En esta fase los constructores regularizaron el terreno para formar una plataforma artificial sobre la que se construyeron los basamentos para los templos, así como algunas construcciones de carácter civil destinadas a la clase dirigente, junto con numerosas chozas para el pueblo. La segunda etapa comprende del 600 al 900 y en ella es evidente la influencia teotihuacana. Para explicarnos la presencia de los rasgos de la gran metrópoli es necesario hacer una breve semblanza de su cultura.
Referirnos a la cultura teotihuacana implica un parteaguas en el área mesoamericana, ya que se trata del surgimiento de la primera gran metrópoli en la región. Su auge ocurre en los años 100 al 575 y representó la vanguardia en las manifestaciones artísticas, arquitectónicas y religiosas. Esta sociedad estaba dirigida por una teocracia que logró gran influencia en muchas poblaciones mesoamericanas a lo largo de más de 500 años, y llegó a ser la primera gran ciudad pluriétnica de Mesoamérica, donde hoy sabemos que existió, entre otros, un barrio de personas provenientes de Michoacán.
Debido al colapso —aproximadamente en el año 575— Teotihuacán se desintegró; sin embargo, parece que la gente que salió de esa gran urbe se dispersó provocando que, en lugares lejanos de la ciudad, algunos de sus elementos arquitectónicos comenzaran a aparecer. Este es el caso de Tingambato. La influencia teotihuacana se verifica porque las habitaciones se ubicaron alrededor de las plazas hundidas, su centro ceremonial tenía altares junto con el característico talud-tablero (pared inclinada por arriba hacia atrás y pared vertical), que es uno de los elementos arquitectónicos significativos de Teotihuacán. El parecido del juego de pelota de Tingambato con los de los sitios arqueológicos de Tula y Xochicalco refuerza la teoría de que este asentamiento surgió a la caída de Teotihuacán, pues estos tres sitios florecen después de la decadencia de la gran urbe. Es muy importante destacar la arquitectura funeraria en Tingambato, reminiscencia de una tradición antigua en Michoacán, donde se enterró a ciertos dignatarios en impresionantes tumbas de cámara con techo de bóveda.
Tingambato fue abandonado definitivamente hacia el año 900 y no presenta ningún elemento que lo relacione con las fases tardías del señorío Tarasco. Se piensa que, al final de la ocupación de Tingambato, ocurrió un gran incendio, vestigios de lo cual se han podido observar en las excavaciones arqueológicas.