Cada año, desde 1983, los purépechas de Michoacán celebran el la noche del 1 y el día 2 de febrero el año nuevo, con la ceremonia de encendido del Fuego Nuevo, que se remonta al periodo prehispánico. De acuerdo al calendario purépecha, el año consta de 18 meses de 20 días e inicia en estas fechas. El ritual se lleva a cabo cada vez en un pueblo distinto, que recibe el Fuego Viejo de la comunidad que lo custodió durante todo el año anterior, y enciende el Fuego Nuevo que queda bajo su resguardo hasta entregarlo a la siguiente sede. La celebración del año nuevo purépecha, que dejó de realizarse desde épocas de la Conquista, fue rescatada de la historia prehispánica por un grupo de intelectuales y luchadores sociales purépechas en 1983 con la intención de recuperar sus raíces, sus tradiciones y revalorar la identidad de su pueblo. Entre la noche del día 1 y la madrugada del día 2 de febrero, las estrellas de la constelación de Orión se colocan en su punto más alto. Esta es la señal de que había llegado el momento de ofrendar a Kurhíkuaeri, el dios del Sol y del fuego. La primera vez […]
Se bendicen las velas de la Candelaria, destinadas a mitigar las calamidades de la vida e implorar la asistencia de la Madre de Dios en el trance de la muerte.
Celebración instituida por don Vasco de Quiroga. Romería, peregrinación, bandas, danzas, eventos deportivos, feria popular y presentación de la danza del Señor del Rescate.
Don Vasco de Quiroga murió en la ciudad de Pátzcuaro el 14 de marzo de 1565 a la edad de 95 años, con lo que se cerró uno de los más importantes capítulos de la historia de Michoacán. Esta fecha se celebra con una semana cultural. Exposición de artesanías, concierto de órgano en la Basílica y música tradicional.
La Semana Santa brinda la rara oportunidad de palpar la más íntima estructura del tejido social de pueblos y comunidades michoacanas, donde los hombres y mujeres que son “cargueros”, “semaneros” o miembros de los Concejos de Ancianos mantienen la cohesión de la etnia en torno a la herencia cultural. Se suceden por todo el estado y particularmente en esta región, una serie de actividades que van de la elaboración de coloridos dulces, a las impactantes expresiones luctuosas que realizan feligreses encapuchados al caer la noche, conocidas como “procesiones del silencio”. Las celebraciones religiosas se llevaban a cabo al aire libre porque los indígenas no estaban acostumbrados a entrar en los templos y para involucrarlos con la religión católica se realizaban los llamados “autos sacramentales”, que eran dramatizaciones de pasajes bíblicos. Por esa razón, las iglesias tenían amplios espacios en el frente. Como ejemplo de este diseño están las iglesias de Tarimbaro y Tzintzuntzan, siendo la de Tzintzunrtzan la prime “capilla abierta” – como se les llamó- de América. Estos espacios al aire libre dedicados a la evangelización de los pueblos indígenas fueron llamados atrios. En el centro de estos atrios se colocaba una cruz de piedra con elementos de la […]
Desde ese barrio, en la capilla del siglo XVI que ahí se encuentra, comienza una procesión con bueyes y mulas decorados en vivos colores. Las llevan hasta el atrio de la iglesia, donde se realizan las danzas de los viejitos, negros, moros y maringuías.
Los cobreros veneran a la Virgen del Sagrario y a Santa Clara de Asís, caminando por la avenida principal del Pueblo Mágico de Santa Clara del Cobre, cada uno lleva una pieza de cobre que ofrecerán a la Virgen y a Clara de Asís, como agradecimiento por las ventas del año, o, por continuar la subsistencia de esta actividad artesanal que por varias generaciones la han realizado los lugareños. El tronido de los cohetes en el cielo anuncia a los artesanos del cobre que ya deben llegar al lugar de reunión, sin importar en qué taller artesanal trabajen o si lo hacen por cuenta propia se reúnen y saludan, para iniciar la peregrinación en honor de la Virgen del Sagrario y a Santa Clara de Asís, a quien le agradecen por el trabajo y a quien le piden sea un año favorable. Todos llevan consigo una pieza de cobre de diferentes tamaños, pero aquí, lo que importa es la fe de cada uno de ellos y ellas. Una tradición que ha trascendido de una generación a otra sigue vigente, nadie sabe cuándo inicio, ya que las generaciones anteriores solo recuerdan que sus abuelos ya la realizaban y las nuevas siguen […]
Con un acto cívico, el tradicional desfile, la entrega de ofrendas florales y diversas actividades culturales, se conmemoran el Aniversario de la Erección a Municipio Libre de la Villa de Quiroga en 1852 y el Aniversario de la Elevación a Categoría de Ciudad, en 1986.
Ceremonia en Palacio Municipal. Verbena popular, eventos musicales, castillos y fuegos artificiales en la plaza principal. Las celebraciones varían en cada ciudad. Desfile el 16.
Nuestra tradición de conmemorar a los muertos, es una de las más entrañables y difundidas en nuestro país. Tiene un carácter eminentemente religioso que no sólo tiene fundamentos cristianos tomados de la costumbre de “honrar a los fieles difuntos”, sino que conserva muchas de las características del ritual funerario practicado por nuestros antepasados prehispánicos. Los rituales de “velación”, la colocación de altares y ofrendas en casas y panteones para rendir culto a los difuntos, son el resultado de un complejo tejido que reúne varias tradiciones culturales: por un lado, las nativas de origen precolombino y, por otro, las españolas cristianas que nos llegaron con la conquista, además de las propias de otros grupos provenientes del África, Asia y Europa que emigraron a México durante la Colonia y, posteriormente, en los siglos XIX y XX. En Michoacán, la conmemoración del Día de Muertos es una tradición solemne que conserva esa genuina manifestación de profundo respeto y veneración a los seres que materialmente ya no existen y a los que, a través de la ofrenda, se rinde tributo. El ritual de velación que llevan a cabo muchas de nuestras comunidades indígenas de la región del Lago de Pátzcuaro ha tenido profunda raigambre, […]